TAFADA. ANAGA (TENERIFE)

27 septiembre, 2016

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Texto y fotos de Salvador González Escovar.

En el monteverde, verde; en la mar, azul de ensueño. Hay dos roques que dialogan con palabras y silencios.

Caminando prontamente van las voces al encuentro por hechizadas veredas, por encantados senderos. Así se entienden las gentes tanto en prosa como en verso.

Hablando, la paz conquista el corazón de los pueblos, yendo de acá para allá, las distancias descubriendo.

En el monteverde, verde; en la mar, azul de ensueño. Entre la niebla sutil yo llegué hasta Roque Negro; en un día deslumbrante columbré Roque Bermejo. Hoy habitan el poema que escribí hace algún tiempo, y no podría explicar este sencillo misterio, ni con fulgentes palabras ni con oscuros silencios.

En Anaga sucedió, junto a las puertas del cielo. En Benijo, con el alba, van las voces al encuentro.

En el Monteverde, verde, en la mar, azul de ensueño.

Fernando García Ramos

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Este recorrido senderista parte desde Benijo, en la costa norte de la Sierra de Anaga. Una pista de tierra nos acerca al caserío de El Draguillo, enclavado en el Barranquillo de Las Colmenitas y último núcleo donde se puede ir en coche por el litoral norte del macizo; a partir de aquí un sendero sigue su avance hacia el extremo oriental de Anaga por una costa cada vez más erosionada, desgastada y agreste, donde abundan los roques que afloran del mar, que alcanzan su máxima expresión en los vistosos Roques de Anaga, el de Fuera y el de Dentro, a los cuales nos vamos acercando. La senda, al igual que las inclinadas laderas que se derrumban sobre el mar, parece también a punto de desmoronarse por la acción erosiva del terreno en muchos tramos.

14358808_1250410778357938_2213173941743205818_nDespués de un continuo sube y baja llegamos a las aisladas y viejas casas de Las Palmas de Anaga, donde no más de 2 o 3 casonas tradicionales junto a amplios huertos, respiran la maresía directa del Atlántico mientras el rumor del mar es lo único que rompe el silencio, pero no la encantadora, solitaria, pacífica y mágica armonía del lugar. Parecen las casas del confín insular, donde solo se puede acceder caminando o en pequeñas barcazas si son capaces de aventurarse por tan accidentado litoral.

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Los dos Roques de Anaga los tenemos justo enfrente, lo más cerca posible de esta vereda seguida, y desde la pedregosa línea litoral tal vez se pueda acceder al mayor de ellos con marea baja siguiendo las rocas que lo hermanan con el resto de la isla.

14446178_1250412171691132_2571806488199317948_nA partir de aquí nos vamos alejando de los Roques de Anaga a medida que nos encaminamos al faro de Anaga, pasando previamente por la fuente del Junquito y Los Orobales, donde existe un viejo lagar de tosca en este recóndito enclave, situado junto a una roca que está rodeada por habitáculos que hacían de bodega, cuarto de aperos y vivienda. Hace aproximadamente 20 años que no funciona. Su techo se ha derrumbado, pero se conserva la piedra, la viga, el sombrero y la tina.

 

14440973_1250410768357939_6666763410855422676_nLos dragos y estas arcaicas construcciones en desuso aumentan la sensación ancestral que nos acompaña en todo este pateo, a la vez que se disfruta de la cara más convulsa y vertical del Roque de Las Palmas o del Aderno, dejado atrás en la ruta tras haber pasado por Las Palmas de Anaga.

14479713_1250412711691078_3212615491444424012_nCuando llegamos al faro de esta península, se divisa al otro lado de esa referencia marina, el Barranco de Roque Bermejo y su desembocadura junto al citado topónimo. Ahora el camino asciende hacia la Montaña Tafada, siguiendo próximos a la arista norte del barranco citado.

 

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Al llegar a Tafada, contemplamos el Barranco de Roque Bermejo desde lo alto, distinguiendo el sendero que discurre cercano a su cauce, y tras él se adivinan más barrancos como el de Anosma y detrás de él la mole de la Mesa del Sabinar, dentro de la Reserva de Ijuana. Con la altura ganada, las panorámicas paisajísticas ganan espectacularidad, como también ocurre con los Roques de Anaga contemplados desde lo alto.

1936678_1250413818357634_555784662271398569_nDado que ya estamos en la cresta del macizo, donde empezamos a sentir el frescor del monteverde, seguimos avanzando ahora hacia el oeste siguiendo el borde del barranco que a su vez nos separa de la vertiente que se desploma sobre Las Palmas de Anaga y el sendero transitado durante la ida al faro. Pasamos justo al espigado Roque Icoso, elevado abruptamente sobre esas empinadas laderas de la cara norte del macizo, subiendo y bajando continuamente entre un monteverde cada vez más frondoso, hasta llegar a la Degollada de la Cruz del Draguillo, encrucijada de caminos, desde donde podemos bajar a Chamorga, en la parte alta del Barranco de Roque Bermejo, continuar subiendo hasta el mirador de Cabezo del Tejo o descender a El Draguillo, enlazando así con el recorrido de ida, que fue en parte la opción escogida. En parte porque no hace falta descender hasta el caserío sino, si queremos ir a Benijo por trayecto totalmente diferente al de ida, desviarnos aproximadamente en la mitad de la bajada, hacia el oeste por sendero que comunica directamente con ese pueblo, teniendo otras panorámicas de la ruta al transitar a media ladera y no cerca de la costa, salvo en la bajada final a Benijo. Desde esta senda, el bosque de la Reserva de El Pijaral, rodeando el promontorio grisáceo del Roque Negro, tapizan las cumbres y parte de las tortuosas laderas de la cara norte de la sierra, quedando más cerca que a la ida, después de haber dejado atrás el Barranco de Las Colmenitas y contemplado el vertiginoso y directo discurrir de esa barranquera que surge desde la Cruz del Draguillo y enlaza con El Draguillo, avistado entonces desde lo alto.

ROQUE NIQUIOMO

25 septiembre, 2016

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Texto y fotos de Salvador González Escovar.

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El Roque Niquiomo es un islote rocoso que destaca en las verdes laderas del Municipio de Mazo, alzado a mitad de camino entre las medianías de la vertiente oriental de la isla y las cumbres de la dorsal volcánica de Cumbre Vieja.

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Desde las afueras del pueblo de Mazo seguimos una ruta en dirección sur hacia el barrio de La Sabina, paralelamente y por encima de la carretera que se dirige a Fuencalinte. Poco más allá de La Sabina comienza el ascenso siguiendo un recorrido que varía entre pistas de tierra, senderos amurados y otras veces estrechos, acercándonos primero a la suave loma de la Montaña Vinijore, a medida que vamos pasando por zonas parceladas de pastos para el ganado vacuno.

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Tras esa primera elevación montañosa aparece el vistoso y elevado Roque Niquiomo, que aunque está rodeado por el monteverde, incluso en la redondeada cima, las paredes que miran a oriente son tan escarpadas que las hace resaltar en el verde entorno.

Más arriba y justo en la base del domo nos sorprende una dehesa donde apaciblemente pacen las vacas, último rellano antes de afrontar la siguiente subida final al pitón, en la cual el camino se empina al subir por su ladera oriental mientras el bosque de laurisilva impide ver nuestro destino cercano.

Un lugar curioso bajo el Niquiomo es una gran sima y cueva en su fondo, un profundo hoyo que parece originarse desde la misma cumbre del Roque Niquiomo, siempre bajo la impenetrable bóveda arbórea que oculta el cielo.

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Al bordear la ladera del roque hacia el norte, el sendero suaviza su pendiente y afrontamos el último repecho al propio Niquiomo desde su lado noreste, mucho más corto que la ladera orientada al este por encontrarse este promontorio en mitad de la fachada oriental de la isla, la que se desliza continuamente desde las cumbres volcánicas de la dorsal de Cumbre Vieja.

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La cumbre del Roque Niquiomo es una atalaya relativamente plana que permite amplias, vistosas y estratégicas panorámicas de toda esta porción insular, desde los volcanes que se reparten por la crestería de la Cumbre Vieja hasta la costa y todo el verde Valle de Las Breñas, el cual se despliega desde la tupida dorsal o hilera de Cumbre Nueva, asomando detrás de ella algunos picos que encierran la Caldera de Taburiente, y por donde el pinar empieza a ganar enteros sobre el monteverde debido a la mayor altura de esas cumbres.

 

VIOLETA DE ANAGA (VIOLA ANAGAE)

24 septiembre, 2016

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Texto y fotos de Salvador González Escovar.

 

Esta violeta es una hierba perenne de escasa altura con las hojas alternas suborbiculares o ligeramente acorazonadas con los bordes algo aserrados.

 

Flores azul-violáceas con 5 pétalos y la parte central blanquecina.

 

Es un raro endemismo en peligro de extinción que crece en lugares muy concretos de la Sierra de Anaga.

CUMBRE NUEVA

24 septiembre, 2016

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Texto y fotos de Salvador González Escovar.

La Dorsal de Cumbre Nueva es una pequeña hilera montañosa en la parte central de La Palma que une en forma de amplia vaguada la zona volcánica de Cumbre Vieja, al sur, con la arista oriental del Valle del Riachuelo, al norte.

14368792_1244329338966082_2808090665764991821_nLa ruta senderista comienza junto a la carretera que sube hacia el campamento de El Pilar por San Isidro, en la vertiente oriental de la isla.

 

El sendero, que alterna entre pistas de cemento, de tierra y de camino delimitado por muros de piedra bajo la bóveda forestal, va penetrando y ascendiendo paulatinamente por el monteverde que convive con huertos agrícolas y de pastos para el ganado principalmente vacuno. El bosque, sin tratarse de laurisilva puro, sí presenta especies botánicas que requieren cierto grado de humedad como laureles, brezos, fayas, acebiños, paloblancos, mocanes, sanguinos, follaos y barbusanos, árboles acompañados en el sotobosque por codesos, escobones, cerrajones, nomeolvides, malfuradas, salvias, algaritofes, patas de gallo, reinas de monte, capitanas, jaras, etc.

14354986_1244326762299673_8777691615640758751_nA mayor altura, a medida que ganamos altura por la ladera oriental de Cumbre Nueva, el sendero atraviesa la carretera citada anteriormente en un par de puntos, antes de que el bosque se haga más seco y aparezca el pinar con su cortejo florístico característico. El final de la subida, a unos 1.500 m. de altura, coincide con la llegada al refugio de El Pilar. A partir de aquí el paisaje cambia al comenzar a descender por el límite sur de la ladera occidental de Cumbre Nueva, en el lugar donde prácticamente se fusiona con la otra dorsal que se extiende hacia el sur de La Palma, que es la de Cumbre Vieja.

Descendiendo unos metros se nota la impronta volcánica de la antesala de esa cordillera dorsal que discurre hasta la Punta de Fuencaliente, en el extremo sur insular.

Pronto aparece una empinada piconera grisácea qué nos conduce a los también cenizos y volcánicos Llanos del Jable, de los que sobresalen las Montañas Quemada y de Enrique, situada entre nosotros y el Valle de El Paso.

14359120_1244326752299674_2172659221955547014_nAl llegar a esa explanada de los Llanos del Jable, el sendero, transformado en pista, pasa entre esas dos montañas y continua descendiendo entre pinar hacia El Paso, concretamente en dirección a Montaña Colorada, junto a la carretera que se dirige al oeste de la isla. Antes de seguir en ese camino puede ascenderse a la cercana cima de la empinada Montaña Quemada, con ensoñadoras vistas del Valle de Aridane, del Pico Bejenado, de la parte occidental de Cumbre Nueva y su continuación en la arista ascendente del Valle del Riachuelo hasta el saliente de Punta de Los Roques, uno de los miradores excepcionales de la Caldera de Taburiente. También se aprecia el inmenso cuenco del Barranco de Las Angustias, abierto al mar hacia el oeste de la caldera.

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Mirando al sur, laderas de lunático y desolado lapilli se combinan con el pinar, ascendiendo hasta las primeras cumbres de la dorsal de Cumbre Vieja, destacando el Pico Birigoyo por su forma piramidal y como la primera de ellas.

Por la ladera norte de este cono volcánico de la Montaña Quemada se aprecia el gran derrame de una extensa colada lávica que borró todo a su paso hace unos cinco siglos y que se dirige primero hacia el norte y posteriormente hacia el oeste penetrando en el Valle de El Paso. Parece la más extensa de todas las coladas de Cumbre Vieja, y por ende de la isla.

14344130_1244333465632336_6034379457030209244_nOtra alternativa es, desde el refugio de El Pilar, transitar por la pista forestal que recorre la arista de Cumbre Nueva en dirección norte, hasta el topónimo conocido como El Reventón, teniendo cada vez mejores perspectivas del Valle de Aridane, de la Montaña Quemada y de su desgarradora y siniestra lengua de lava solidificada, la cual vació las entrañas del volcán, también del cada vez más cercano Valle del Riachuelo, una de las entradas naturales de la Caldera de Taburiente, y finalmente en algunos puntos en los que los árboles que flanquean la pista dejan escapar la mirada hacia oriente, se divisa la verde vertiente del Valle de Las Breñas que muere en el azul del Atlántico.

ROQUE PALMERO

24 septiembre, 2016

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Texto y fotos de Salvador Gónzález Escovar.

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Desde el barrio de El Jesús, cercano al pueblo de Tijarafe, del que nos separa el Barranco del Jorado, asciende una carretera que más arriba da paso a pistas de tierra, asfaltadas y finalmente el sendero a seguir a bastante mayor altura. En el trayecto destacan los almendros entremezclados con el pinar canario, a medida que nos acercaos al límite sur del Barranco del Jorado.

 

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La senda que nos conduce al borde oeste de la Caldera de Taburiente comienza poco más arriba de haber dejado atrás la ermita del Pinar, aumentado la inclinación conforme nos aproximamos al límite de la caldera, a la altura del Risco de Las Pareditas, mientras el extenso pinar de Tijarafe va quedando a nuestras espaldas, divisando las zonas cultivadas, el serpenteante discurrir del barranco hacia la costa, el límite del pinar y el casco urbano de Tijarafe. Tras salvar un potente desnivel estamos en el borde de esta gran depresión, a unos 1.500 m. de altura y en el punto de unión con la ruta GR 131, la cual recorre toda esta crestería suprema que bordea la Caldera de Taburiente.

14317437_1240868749312141_2825236015233909700_nEl Roque Palmero, con sus 2.310 m.s.n.m., sobresale al contemplarlo desde cualquier punto del borde y forma parte del anfiteatro más elevado de la caldera, por lo que hay que seguir subiendo siguiendo el GR 131, pero ahora el desnivel no es tan acusado como antes mientras el límite occidental de esta inmensa hendidura se va elevando uniformemente hasta las cumbres insulares.

 

Mientras disfrutamos de vertiginosas, mágicas y extraordinarias visiones del interior de la depresión a través de desfiladeros, angostas gargantas y fugas de cientos de metros de desnivel, vamos dejando atrás el Risco de Las Pareditas, un espigado morro que sobresale del circo de Taburiente, y anclado en el interior de la caldera, emerge desafiando la ley de la gravedad. Próximo a su base se adivinan las casas de Tenerra y pequeñas zonas de cultivo aledañas, vistas casi desde su vertical como una lejana parcelación en el pinar circundante.

 

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Aunque el sendero no transcurre en todo momento por el mismo borde del anfiteatro, sino que va bordeando externamente los salientes y riscos, cada vez que nos asomamos al interior de la depresión, los sentidos son atrapados por el abismo imperante, el cual, en cada degollada y en cada garganta hace detener nuestra marcha, entrecortando la respiración, no solo por dejar de subir sino también por la exaltación emocional que provoca la magnitud vertical que se desploma a un lado de la senda, mientras ese vacío espacial no hace sino llenar nuestra experiencia montañera de inolvidables sensaciones. Al otro lado del continuo precipicio, un lugar pintoresco en la más apacible vertiente oeste y exterior de la caldera, es la Degollada del Estrabito, una ancha vaguada en el pinar que es el nacimiento de lo que más abajo se denomina Barranco del Jorado, el cual continuamos avistando su avance hacia las medianías, entre El Jesús y Tijarafe, y su posterior búsqueda de la costa entre invernaderos.

 

Cuando nos acercamos a los 2.000 m. de altitud el pinar se hace más ralo, apareciendo plantas típicas de la alta montaña canaria, como la crespa, alhelí, codeso de cumbre, tajinaste rosado, hierba pajonera, tonática, retamón, fistulera, rosalito, violeta de La Palma y rosal del guanche, algunas de las cuales en peligro de extinción, razón por la cual existen zonas valladas que las protegen de la depredación por parte de conejos, cabras y arruís.

 

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Finalmente llegamos a la base del Roque Palmero; el GR 131 pasa de largo junto a él, por lo que para subir a su redondeada cima es preciso desviarse un pequeño tramo de la ruta de la crestería. Desde su vistosa cumbre se divisa buena parte del interior de la caldera, con el Pico Bejenao, Punta de Los Roques y la vaguada de la Degollada del Río apreciándose en el otro extremo del anfiteatro, y detrás del Bejenao, se divisan el Valle de Aridane y las dorsales de Cumbre Nueva y de Cumbre Vieja,  La vista directa al interior de la depresión queda interrumpida en parte por el espigón que conduce al punto culminante o vértice del triangular Risco Liso, cuya brutal y colosal caída no puede ser contemplada desde aquí al encontrarnos desplazados hacia el exterior de su vertical, pero que se desploma súbitamente 1.000 m. sobre el fondo de la caldera.

14358729_1240869099312106_4903619309170700283_nMirando al norte encontramos la cima del Roque de Los Muchachos, a 2.426 m.s.n.m. y punto culminante de la crestería y por ende de la isla, destacando sobre paredones de recio basalto, alternando con zonas de almagre y potentes diques, al otro lado de la Degollada de Las Palomas, que da origen a un barranco interior, el de las Bombas de Agua, vertiginosa garganta que se abre paso a través del abismo, buscando las entrañas de este superlativo socavón en la corteza terrestre, abierto por pretéritos deslizamientos masivos y aumentados por la persistente erosión.

 

 

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Continuando con el extasiante recorrido visual por el perímetro del anfiteatro, no hacemos sino encontrar una sucesión roques o crestas, amén del Roque de Los Muchachos, como el Pico de La Cruz, Piedrallana, el Pico de La Nieve y Punta de Los Roques, como puntos cimeros que coronan afilados espigones, que a su vez confinan y guardan vertiginosas barranqueras y fugas, las cuales dan lugar a algunos barrancos interiores como los de Bombas de Agua, de Hoyo Verde, de Cantos de Turugumay, del Diablo, de Altaguna, del Almendro Amargo, de Rivanceras, de Taburiente, todos ellos convergentes en el embudo del Barranco de Las Angustias, la única escapatoria al mar de este despiadado hachazo en el corazón de la isla, una verdadera convulsión geológica, un espacio atormentado que consigue trasmitir todo lo contrario, paz y serenidad a quien lo contempla, saturando las retinas y cautivando los sentidos.

VOLCÁN MARTÍN

22 septiembre, 2016

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Texto y fotos de Salvador González Escovar.

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Desde el pueblo de Fuencaliente, al sur de La Palma, el sendero de gran recorrido GR 131, o Ruta de Los Volcanes, continúa su ascenso (viene desde el faro de Fuencaliente, en el extremo sur de la isla), introduciéndose en el pinar justo por encima de la población.

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La senda, perfectamente delimitada por muros de piedra, sigue la cresta de esta dorsal volcánica que poco a poco va ganando altura con pequeñas elevaciones como la Montaña del Pino, donde existen unas antenas. A partir de aquí el entorno se hace más lunático apareciendo laderas de cenizas volcánicas de lapilli o picón.

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El siguiente volcán es la Montaña del Fuego, cuyo pequeño cráter se encuentra poblado por el pinar, y desde donde se percibe una buena vista del terreno pateado hasta ahora, de la costa sur de la isla con el Volcán de San Antonio sobresaliendo del bosque, y en el litoral, los aerogeneradores, las salinas y el faro de Fuencaliente.

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Siguiendo con nuestro periplo, aumenta la inclinación del sustrato volcánico que debemos ascender rumbo a la ladera sur del Volcán Martín. Pronto aparece una enorme fisura eruptiva en esta vertiente del volcán, por donde se desparramó en el año 1646 una colosal colada de lava, cuyo testigo actual es un ancho río de malpaís petrificado, y que avanzó hacia el este alcanzando la costa suroriental insular.

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En esta grandiosa y empinada ladera de ceniza volcánica, este mundo gris cenizo y lunático que abarca todo el horizonte visual, parece condenar a los amarillentos y raquíticos pinos a sobrevivir en la austeridad permanente, contrastando con el mayor desarrollo y verdor que alcanzan otros congéneres arraigados en sustratos más favorables.

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Tras la larga y cansina subida por la piconera, que hace resbalar y enterrarse las polvorientas botas en el picón, llegamos a una pequeña vaguada o rellano, salpicado de cuevas de lapilli, y anexa al mismo cráter del Volcán Martín, el cual, subiendo, se localiza desviado ligeramente a la derecha de la Ruta de Los Volcanes, senda que por supuesto sigue subiendo.

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Se puede ascender a la cima del volcán, de 1.597 m.s.n.m., para tener una mejor perspectiva de la fisionomía del cono volcánico, de forma un tanto alargada, así como de sus inclinadas, siniestras y oscuras laderas, y en el que, para no variar, algunos pinos colonizan el interior del cráter, a la vez que desaparece la tonalidad ceniza para dar paso a una mucho más terrosa.

NACIENTES DE MARCOS Y CORDERO

10 septiembre, 2016

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Texto y fotos de Salvador González Escovar.

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Los Nacientes de Marcos y Cordero se localizan bajo la cabecera del Barranco del Agua o de Los Tilos, a una altura de unos 1.400 m.s.n.m. Son el resultado de la impermeabilidad del complejo basal, de materiales basálticos, que aflora en el lugar, siendo los nacientes naturales más importantes de Canarias, junto a los que surgen a relativa poca distancia si pudiéramos atravesar en línea recta las entrañas de las montañas que nos separan del interior de La Caldera de Taburiente.

13680725_1200119373387079_1371492976350973642_nLos nacientes se ubican en ramales diferentes, ya que la cabecera del tajo diverge en diferentes direcciones, separadas por la lomada del Lomo Corto. Aguas abajo, ambos ramales confluyen y originan el angosto, largo, verde y profundo Barranco del Agua o de Los Tilos, uno de los grandes tajos que arrugan y serpentean por el noreste insular.
13723851_1200129370052746_4291850080285592064_oPara visitar los nacientes, lo más recomendables es empezar a caminar en la Casa del Monte, donde se puede llegar en vehículo todoterreno subiendo por una larga e irregular pista forestal de 13 km. desde Las Lomadas, aunque también se puede ir ascendiendo, pateando por el interior del Barranco del Agua, recorriendo gran parte de su longitud desde poco antes del centro de visitantes, llegando primero al Naciente de Cordero y luego al de Marcos. El agua que brota de los nacientes y el sendero que lo acompaña sigue un recorrido prácticamente llano desde los nacientes hasta la Casa del Monte, y luego la canalización desciende por el borde sur del tajo, para abastecer la central hidroeléctrica del Mulato, emplazada cerca del centro de visitantes, en la zona media del barranco.
13686532_1200133516718998_8009280669588006966_nEl canal desde la Casa del Monte hasta los nacientes pasa por 13 túneles de diferente longitud, el más largo de 479 m., predominando el trazado sinuoso en ellos, por lo que es preciso llevar linterna o frontal, además de chubasquero para evitar rociadas de agua, especialmente útil en el túnel previo al Naciente de Marcos. Además el suelo se encuentra en algunos túneles encharcado por lo que también es conveniente calzado impermeable.

13873185_1200128893386127_2454378145322364682_nEl recorrido ofrece buenas panorámicas del Barranco del Agua, apreciando el ensanchamiento de la cabecera y los enormes paredones basálticos bajo los que brotan los nacientes, entre una frondosa vegetación dominada por el pinar mixto, por encima del monteverde puro que se desarrolla plenamente en el tramo medio del admirable tajo. El último túnel antes del Naciente de Marcos fue excavado a través de una gran pared vertical, y como otros, presenta unas «ventanas» abiertas al abismo, por donde se ve caer la cortina de agua, además de la que se siente chorrear por el interior del pasadizo subterráneo y que encharca el suelo, caminando hombro con hombro con el canal y la pared interna, y rozando la testa con el techo en algunos puntos. Resulta emocionante ver surgir el agua bajo la mole basáltica, primero en el Naciente de Marcos, y luego el de Cordero, éste último tras superar un pequeño repecho y atravesar el último túnel. Como todo alumbramiento en la naturaleza, éste también es un hecho espontáneo, como si naciera un nuevo ser vivo, creativo y gratificante, percibiendo como el líquido elemento brota libremente de la roca vertical formando pequeñas cascadas y escorrentías que caen sobre la canalización, antes de ser dirigidas por el canal que por aquí es más inclinado, tortuoso y natural. El Naciente de Marcos es de mayor caudal y con mayor número de afloramientos. Más allá del Naciente de Marcos, lógicamente el canal lleva menor caudal de agua y finaliza justamente en el de Cordero.

13872735_1200133563385660_8061833317586831780_nDesde aquí se puede descender por el Barranco del Agua hasta cerca del centro de visitantes, recorriendo gran parte de esta arteria verde y grandiosa, que presenta variedad de ecosistemas y formaciones geológicas, pero eso es motivo de otro pateo.

 

PINAR DE GARAFÍA

8 septiembre, 2016

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Texto y fotos de Salvador González Escovar.

El pinar presente en la Reserva natural Integral del Pinar de Garafía, en los montes de los municipios de Barlovento y Garafía, es uno de los mejor conservados de Canarias, destacando también por su longevidad y madurez.

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Su localización al norte de La Palma, en la fachada que recibe la humedad de los vientos, hace que ejerza un papel relevante en la recarga del acuífero subterráneo y la protección de los suelos. Su flora cuenta con algunos componentes endémicos y en peligro, que están convenientemente protegidos por distintas disposiciones legales como el taginaste (Echium gentianoides), la cañaheja palmera (Ferula latipinna) y el Sauco (Sambucus nigra ssp. palmensis). En conjunto constituye un paisaje montano de gran belleza e interés ecológico, cuyo aislamiento ha contribuido a su conservación.

Al sur el espacio limita con la crestería de la Caldera de Taburiente, donde se presentan las máximas cotas insulares, con unas alturas que superan los 2.000 m. La población más cercana es Roque Faro, con apenas 100 habitantes, al norte de la reserva y a una altura de unos 1.000 m.

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La zona coincide con el tramo medio y alto de algunos barrancos de cumbre que arrugan el norte insular, como el de Franceses, el de Los Hombres y el de Fagundo. El lugar es geológicamente antiguo y destaca por potentes coladas basálticas que han sufrido un intenso proceso erosivo originando dichos barrancos que se perfilan en sentido sur-norte y que ganan espectacularidad y profundidad según avanzan hacia la costa norte de la isla.

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Un sendero señalizado y bastante empinado, salvando un desnivel de algo más de 1.000 metros, parte de Roque Faro y atraviesa la reserva camino de la crestería de la Caldera de Taburiente, subiendo por uno de los lomos del espacio protegido, pasando por la fuente Tamagantera como punto singular y llegando finalmente al Morro de La Cebollera, cerca de la Degollada de Franceses.

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Texto y fotos de Salvador González Escovar.

Estos volcanes se localizan en la zona sur de La Palma, por debajo del pueblo de Fuencaliente, formando parte de la Dorsal volcánica de Cumbre Vieja en su extremo sur.

14265006_1234264886639194_2039641751006198522_nLa actividad eruptiva de Cumbre Vieja es muy frecuente en términos geológicos, aunque afortunadamente estas erupciones en islas oceánicas son poco explosivas y de escaso peligro para las actividades humanas. En La Palma, donde las dos últimas erupciones han ocurrido en una generación, no han originado víctimas, ni grandes trastornos en la estructura socioeconómica de la isla. Lo que sí han producido es un ligero aumento de la superficie insular al formar las coladas lávicas plataformas costeras que ganan terreno al mar.

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En esta zona sur, la erupción de 1677 fue muy moderada y en ella se formó un cono de lapilli al norte del Volcán San Antonio y unas bocas eruptivas al sur de este volcán. La propia erupción del San Antonio es mucho más antigua, de hace unos 3.200 años y fue explosiva. Por dichas bocas abiertas en 1677 se emitieron las lavas que formaron la plataforma costera y sepultaron la famosa Fuente Santa. Sobre esta plataforma costera se asientan en la actualidad cultivos de plataneras aprovechando la fertilidad y llanura del terreno volcánico. Otras zonas de la plataforma costera del sur de la isla fueron originadas por la erupción del Volcán Teneguía en 1971, que también cubrió parcialmente la antigua de 1677.

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La erupción del Teneguía, de 439 m. en su punto más elevado, es un ejemplo típico de las acontecidas en Canarias en los últimos 500 años, caracterizándose por ser muy poco explosivas, de tipo estromboliano, sin apenas riesgo para la población, siempre que se sigan las medidas de prevención adecuadas.

Una forma de recorrer caminando una parte del terreno más joven, geológicamente hablando, de todo el Archipiélago canario es seguir la Ruta de Los Volcanes desde el Faro de Fuencaliente, al nivel del mar, en la punta sur de la isla, ascendiendo hasta Fuencaliente, a unos 700 m. de altitud, en una primera etapa y pasando junto a laderas de los volcanes del Teneguía, primero, y el de San Antonio, poco más arriba, ya cerca del pueblo.

A pesar de la juventud y del aspecto lunático y siniestro del sustrato volcánico, la vida vegetal ya ha colonizado el terreno con pinos canarios, tajinastes, vinagreras, poleos, helechos, etc.., e incluso en el Roque Teneguía, un pálido y viejo pitón rocoso, respetado por las sucesivas erupciones, se refugia la exclusiva Junonia, (Cheirolophus junonianus), una especie de cabezón endémica del lugar.

VOLCÁN BIRIGOYO

6 septiembre, 2016

14022191_1215724935159856_3282642820778487256_nTexto y fotos de Salvador González Escovar.

El Pico Birigoyo, de 1.809 m.s.n.m., es el primer volcán elevado y destacable de la Dorsal volcánica de Cumbre Vieja por el norte.

El ascenso a su cumbre es fácil y sencillo desde el campamento de El Pilar, siguiendo la famosa Ruta de Los Volcanes en su primer tramo.

13938351_1215710411827975_8168700286064853121_nEl terreno se muestra volcánico y poblado de un pinar denso enriquecido con algunos brezos y fayas, bosque que desaparece al ganar altura y ladear por la vertiente norte y oeste del volcán, dejando contemplar la empinada piconera que busca la cumbre del Birigoyo, además de las vistosas panorámicas que se despliegan sobre el Valle de Aridane y hacia la vaguada de Cumbre Nueva, la cual enlaza con la arista que asciende hasta Punta de Los Roques, separado del Pico Bejenao mediante el Valle del Riachuelo y La Cumbrecita.

14212602_1233266493405700_4344229386059160227_nPoco más adelante el camino desciende algo y enlaza con una pista forestal que viene desde la zona próxima del Llano de Las Brujas, la cual seguimos hasta que unos mojones indican un desvío a su izquierda, abandonando la Ruta de Los Volcanes. El sendero no está señalizado pero no tiene pérdida subir a la cumbre del Volcán Birigoyo, contemplando en el tramo algunos cráteres parcialmente invadidos por el pinar y el sotobosque característico, y que dan idea de las erupciones ocurridas en periodos históricos. El punto más alto del pateo y vértice del Volcán Birigoyo se alcanza siguiendo la suave lomada sur del volcán, y repentinamente las sensaciones se desploman hacia el norte, al ser esta vertiente más vertical que por donde subimos, apreciando en la distancia, la parte más alta de las paredes que forman el circo de la Caldera de Taburiente, más allá del Pico Bejenao, del Valle del Riachuelo, de la hilera verde de Cumbre Nueva y del Valle de Aridane, todo ello formando un esplendoroso, inolvidable y espectacular panorama. Cumbre Nueva, por su altura más bien modesta, parece un puente de unión entre la arista que se eleva hasta Punta de Los Roques y esta altiva dorsal volcánica que prosigue su prolongado devenir hacia el sur de la isla, distinguiendo con la mirada la ubicación de otros volcanes y escarpes como el Hoyo Negro, El Nambroque, el Duraznero y La Deseada, pero ese altivo recorrido de volcán en volcán es motivo de otra ruta.

13925345_1215726215159728_7948727757103079599_nLa cumbre del Birigoyo es un lugar visualmente estratégico porque, además de las percepciones anteriores, las vertientes oriental y occidental de La Palma quedan a nuestros pies, laderas por donde la mirada se desliza gratamente encontrando campos abiertos de lapilli y desnudos de vegetación, terreno volcánico de variados matices cromáticos entre desfigurados conos y elevaciones que alternan con frondosas extensiones de pinar, a veces fragmentadas por siniestras coladas lávicas que alcanzan las tierras bajas, como el malpaís que forma la lengua de lava que brotó de la Montaña Quemada y que sepultó terrenos de una parte del Valle de Aridane.